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Cielos poblados

Extremadura es un auténtico paraíso para los amantes de las aves. Con sus extensas dehesas, frondosos bosques, fértiles humedales y majestuosas montañas, es uno de los destinos europeos más importantes para la observación de aves. Desde el majestuoso vuelo del águila imperial ibérica y el impresionante buitre negro, hasta el vibrante abejaruco europeo y la elegante cigüeña negra, cada rincón de esta región revela la riqueza de su biodiversidad aviar.

El Parque Nacional de Monfragüe se convierte en un santuario para rapaces, mientras que el invierno trae consigo la llegada de miles de grullas, que llenan las dehesas de sonidos y movimiento. La cigüeña blanca, por su parte, se convierte en un símbolo regional en los campanarios de los pueblos. Además, se pueden observar aves endémicas como el rabilargo ibérico o el peculiar alimoche, en un entorno que ofrece una experiencia inigualable para conectar con la naturaleza y disfrutar del espectáculo único que las aves brindan a lo largo de las estaciones del año.

Flora

La flora de Extremadura es rica y diversa, reflejo de su clima mediterráneo y de su variada geografía que incluye dehesas, sierras, ríos y embalses. Las dehesas, uno de los ecosistemas más representativos, están dominadas por encinas y alcornoques, que brindan sombra y sustento a una variedad de especies. Bajo estos árboles crecen matorrales como la jara, el romero y el tomillo, que llenan el aire de sus fragancias características y contribuyen a la conservación del suelo.

En las áreas montañosas, especialmente en las sierras de Gata, Villuercas e Ibores, se pueden encontrar robledales y pinares, así como especies de plantas endémicas adaptadas a las duras condiciones de altitud y temperaturas extremas. Entre estas se encuentran el brezo y el enebro, así como helechos y líquenes que tapizan el suelo y las rocas.

Extremadura también cuenta con numerosos ríos y embalses que crean hábitats húmedos, propicios para el crecimiento de fresnos, alisos y sauces. En los bordes de estos cuerpos de agua, prosperan plantas acuáticas como el nenúfar y el lirio amarillo, que decoran los cursos de agua y ofrecen refugio a muchas especies animales.

Además, en primavera, los campos y praderas de Extremadura se visten de un manto de flores silvestres como amapolas, margaritas, violetas y orquídeas que colorean el paisaje y atraen a numerosos insectos polinizadores, fundamentales para el equilibrio del ecosistema.

Anfibios y reptiles

Extremadura alberga una gran variedad de anfibios y reptiles, gracias a sus diversos hábitats que incluyen dehesas, ríos y zonas húmedas. Entre los anfibios más comunes se encuentran el sapo común, la rana común y la llamativa salamandra, que habita en zonas boscosas y húmedas. También destaca el gallipato, un tritón grande y único de la región.

En cuanto a los reptiles, Extremadura es hogar del lagarto ocelado, la serpiente bastarda y la culebra de herradura, que prefieren áreas soleadas y rocosas. Los humedales y embalses son esenciales para los anfibios, mientras que los reptiles encuentran refugio en matorrales y zonas áridas. A pesar de su adaptabilidad, estos animales enfrentan amenazas como la pérdida de hábitat y la contaminación, lo que resalta la importancia de proteger estos ecosistemas únicos.

Extremadura es un enclave natural único.

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